El pasado día 04.10.2011, el Alcalde de nuestra ciudad José Enrique Fernández de Moya, junto con la corporación municipal y representaciones militares de otros cuerpos de seguridad del estado, asistió primeramente al acto religioso con motivo del Patrón de la Policía Local, que tuvo lugar en la iglesia de El Salvador, ante la presencia de la imagen de María Santisima de la Amargura, protectora de la Policía Local de Jaén.
VÍDEO REPORTAJE DEL ACTO RELIGIOSO CELEBRADO EN LA IGLESIA DE EL SALVADOR
Posteriormente se celebró en el teatro Infanta Leonor el acto institucional y la entrega de Cruces al Mérito Policial.
VÍDEO REPORTAJE DEL ACTO DE LA ENTREGA DE CONDECORACIONES A MIEMBROS DEL CUERPO DE LA POLICÍA MUNICIPAL.
(fotografía Sergio Manuel Rodríguez Ortega).
Nuestros Guardaespaldas Celestiales ¿Quiénes son los ángeles custodios?
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.
En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)
En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.
En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.
La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.
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